Han sido muchísimos los motivos por lo que hemos decidido tener un perro en casa y casi todos esos motivos dejan de existir al poco tiempo de estar en la familia. Una agenda apretada, un ritmo de trabajo frenético, cuidar de la familia, ir al gimnasio, quedar con los amigos, y otras muchas actividades cotidianas, son las que han conseguido que hayas perdido u olvidado el valor por el que lo invitaste a formar parte de tu familia. A la hora de aumentar nuestra familia con un miembro canino, deberíamos detenernos un segundo a pensar si verdaderamente vamos a poder atender sus necesidades.
El Gran Danés, por ejemplo, puede parecemos una raza muy bonita, un temperamento muy bueno para convivir en familia, pero debemos pensar en su tamaño, según el estándar de la FCI, la medida en la cruz, (punto de referencia para medir al perro, que sobresale cerca del cuello y es el punto más alto del omóplato), oscila en los machos entre un mínimo de 80 cm y un máximo de 90, y en las hembras un mínimo de 72 cm y un máximo de 84 cm, salvo circunstancias especiales a nadie se le ocurriría criar a uno de estos bellísimos perros en un piso de 60 metros cuadrados. Este es un ejemplo extremo pero a cuantas personas conocemos que se han dejado llevar por la raza porque les encanta su físico pero después resulta ser un perro con un temperamento que no se adapta nuestro ritmo de vida. Pongamos el ejemplo del Beagle, un perro que podemos considerar de tamaño pequeño, su medida a la cruz suele ser de 35 a 45 cm, sería ideal para convivir en pequeños espacios, pero solo hablamos de su tamaño. Si investigamos un poco sobre sus orígenes nos encontramos a un cazador nato, un perro lleno de energía, que ladra para avisarte, saldrá a buscar presas y será feliz mostrando tu hazaña. O como por ejemplo el Borde Collie, un perro muy cariñoso y familiar capaz de sacar lo mejor de ti con solo mirarte, pero detrás de esa mirada hay todo un pastor incansable, infatigable, con energía suficiente para dominar a un rebaño, que no cesará en su trabajo hasta que se lo ordenes y aún así te mirará como un niño, pidiéndote, por favor, seguir jugando.
Esto solo son tres ejemplos, existen muchísimas razas y también perros que no tienen raza pero son igualmente bonitos e inteligentes, que podrían enamorarte, y su temperamento y carácter podrá adaptarse a la compañía que te gustaría tener.
Nuestro consejo antes de que aumentes tu familia, es que pienses que un amigo de cuatro patas puede vivir entre 10 y 15 años y debes estar preparado o preparada para ser el responsable de esa vida, que tiene las mismas necesidades que tú; comer, dormir, no pasar frío en invierno, no sufrir el sol en verano, visitas al médico, horas de esparcimiento y amor, sobre todo mucho amor, porque él solo dependerá de ti. Tú tendrás otras obligaciones, otras diversiones y otros hábitos, mientras que esa indefensa criatura te esperará cada día con un saludo enorme como si te hubieses marchado un año, te será leal y fiel y jamás tendrá para ti un mal gesto, por eso no debes estructurar tu vida pensando en que un perro es un artículo ornamental, si no pensando que es una parte de ti y de tu familia. Si no eres capaz de dedicar a tu perro un mínimo de 3 horas diarias, cuando es adulto, nuestro consejo es que deberías esperar un poco más hasta poder dedicarle ese tiempo.
Si estás pensando en un cachorro deberías llevarlo a casa en un periodo vacacional o en algún momento que pudieras dedicarle el tiempo para su aprendizaje, y si te es posible que tenga entre 50 y 60 días aproximadamente, ya que es cuando el cachorro esta más abierto a las nuevas experiencias y enseñanzas.
No necesariamente debes renunciar a la raza o perro que quieras tener, pero sí debes tener en cuenta que él va a adaptar su vida a tus necesidades, y tú deberías corresponderle adaptando tu vida a las suyas. Un perro no necesita dinero para divertirse, solo necesita que le dediques tiempo, el mismo que dedicas a tu familia, porque él es tu familia también.